Decía Giordano Bruno (1548-1600):
"Creo que el universo es infinito como obra del divino e infinito poder, porque hubiera sido indigno de la omnipotencia y de la bondad de Dios crear un solo mundo finito, pudiendo crear, además de este mundo, infinitos otros. Por lo tanto declaro que hay infinitos mundos parecidos al nuestro, el cual, de acuerdo con el sentir de Pitágoras, creo que es una estrella de naturaleza análoga a la luna, a los otros planetas y demás astros, cuyo número es infinito, y que todos estos cuerpos celestes son mundos innumerables que constituyen el universo infinito en el espacio infinito, y esto es lo que llamo universo infinito con innumerables mundos, y así tenemos dos linajes de grandeza infinita en el universo y una multitud de mundos."
Desinstalé de mi disco duro el infinito
y volví a los viejos conceptos sin torsión:
es para tarados, es para gente sola,
sirve para aliviar problemas de comunicación,
y no me confunda usted, oiga.
Al llegar a casa me metí en la hoguera con Bruno
y lloramos juntos un rato,
porque siendo tan infinitos los mundos
nos resultaba difícil tocarnos,
que los que se tocan son los infinitos,
no nosotros,
no se confunda usted, señorita.
Ande, salga y séquese ese fuego.
Y tápese un poco... que uno no es de piedra.
Y él me ofreció su pañuelo en llamas
y nos sonamos los mocos calientes.
- ¿Quién es ésa?
- Yo. Mira: ahí estoy meditando.
(Centro Hermético. SL. Autorretrato 2006)
Le declaré que había infinitos mundos parecidos al nuestro.
Se lo dije por no verlo sufrir tanto. Y me sonrió.
Le dije que no tuviera miedo, que todavía no había visto ningún avatar allí quemándose vivo. Y que se iba a sorprender, porque todos andaban a Dios rogando y con la alquimia jugando, que aparecía y desaparecía cualquier cosa en aquel mundo por cuenta de cada uno sin problemas.
- Hacen falta sólo unos pocos que memoricen figuras y simpaticen con el universo. Con unos pocos ya nos vale a todos los demás y a nadie se le pasa por la cabeza torturarlos.
- (Joder, nena. Me estás apañando la tarde)
Aquí estás muy guapa. Infinitamente guapa.
(Sitting on a park bench. SL. Autorretrato 2006)
- Gracias, Giordano. Tú tampoco estás mal.
He desinstalado el infinito,
porque todavía dependo de las finitas tapas de jamón serrano,
de los calamares congelados y de la cerveza fresca y finita,
de la infinita cara del otro y de sus besos infinitos,
de las voces que se me olvidan,
y de las palabras,
que si te hacen la puñeta te la hacen en cualquier mundo.
Y cuando vuelva, Bruno vendrá conmigo
para que no se me olvide que no son dos, ni es uno,
que vuelven a ser infinitos los mundos,
y que siempre lo fueron,
por mucho que los más finitos queramos ver ahora
un infinito más pequeño,
donde nosotros no cabemos,
porque es un mundo para tarados
exclusivamente.
(Y la última vez que entré en Second Life,
me pareció ver que había 17000 tarados online
exclusivamente.)